Llevo de casada 10 años y casi un mes a la hora de escribir este blog. Siento que ya estoy en el nivel de poder aconsejar a recién casados de todo lo que pueden hacer o evitar para llegar a los 10 años.
No sé si les pasa, pero a mí continuamente me sucede. Creo unas falsas expectativas de algo es como el hecho de querer visionar algo en la mente, pero a la hora de la verdad no es el mismo resultado. Dentro de todos los ejemplos que les podría presentar quiero contarles sobre la anécdota de mi traje de bodas.
Mi madre siempre anhelo verme en un traje conocido como un ballroom dress, para que me entiendan bien, es un vestido 10 veces tu tamaño. En esos días de escoger el traje llevaba tiempo con un traje que me tenía enamorada. Siempre que decidía verificar las revistas de novias me encontraba con el traje. Aunque estaba enamorada del estilo nunca pensé qué lograría medírmelo. Así que rumbo a nuestra primera casa de novia, la dama encargada nos da la bienvenida y nos pregunta, ¿Ya tienes algo en mente? Teníamos una hoja de la revista con el traje, así que le mostramos el estilo e inmediatamente ella nos dice “Este traje lo tengo aquí” no me había medido ningún traje ese fue el primero que me iba a medir. Podía imaginarme probándomelo y declarando”¡Este es!” Con lágrimas en mis ojos, todo como la serie Say yes to the dress.
Sí… mientras iba subiéndome el traje por las piernas, a la vez ya me estaba preparando para llorar frente al espejo. ¡Pero cuando al fin la dama termina de subirme el zipper algo paso! Odiaba cómo me veía en el traje. La textura, el color los encajes la cola todo parecía como una pesadilla. Trate y trate de mirar a mi mamá a los ojos y decirle “este es el traje”.
Después de varios minutos tratar de convencerme a mí misma entendí que no era lo que imaginé y visioné. Una de las cosas mas frustrantes en la vida es estar atravesando algo que siempre imaginasteis pero de otra manera. Llegamos a pensar que todo está arruinado porque aquello que esperabas es contrario a lo que estas viviendo.
Le dimos gracias a la dama y partimos a casa. Les diré que el desánimo llego y me preguntaba “¿y ahora qué?” Cerca de mi casa había una casa de novia pequeñita, la cual si no conducías lentamente jamás podrías ver que estaba en aquella esquina. Un día sin planificar y sin andar muy preparada para medirme, llegamos al lugar. Me bajo y esta vez no tengo nada para mostrar, solo le menciono lo que ya quería. Si mi memoria no falla aquella dama me consiguió tres trajes y los ubicó en el vestidor. Me indicó que de necesitar ayuda la llamara y ella con mucho gusto. Dentro de mis tres selecciones decido medirme el más sencillo.
Era lo opuesto a aquello que ya había determinado en mi corazón. Cuando me medí aquel traje no podía dejar de sonreír. El ajuste, el brillo, la manera en que lucía sin mucho volumen, me tenía enamorada. Me observe y me observe y después de varias llamadas decidí que ese era el traje.
En ocasiones la vida no es como esperamos, hay cambios dramáticos y significativos que te hacen poner en duda el hecho de que vas a encontrar aquello que andas buscando.
Mi selección aquel día no fue el resultado del papel que llevaba en mi cartera. Mi selección fue basada en aquello inesperado pero totalmente destinado. En la vida te enfrentaras a muchas sorpresas completamente distintas a las que visionaste en algún momento. Aprendí que podemos vernos de una manera, pero no obtener los resultados que anhelamos. ¡Pero, sí! Darnos la oportunidad de vernos en otro ángulo y con otras expectativas.
Así que el ballroom dress paso a un casual beach dress que me hizo lucir como toda una Reina en mi día especial. ¿Salí de aquel lugar con el traje de mis sueños? ¡Sí!